miércoles, 23 de octubre de 2013

RELATO DE UNA USUARIA DEL CENTRO DE LA MUJER:UN PROYECTO NUEVO.MI VIDA A MI MANERA.CAPITULO 1



El objetivo de relatar mi experiencia es intentar animar a todas aquellas personas que no se atreven a dar el difícil salto hacia la libertad, por miedos, inseguridades, lazos que pensamos que no se pueden romper… Decir que tras echarle valor y un gran esfuerzo, la recompensa supera con creces todo el sufrimiento.
Actualmente tengo 37 años. Me casé con 27 con el chico que era mi novio desde los 14. Mi primer novio, con el que he crecido y he pasado mil etapas: instituto, universidad, primer empleo muy precario, ir cambiando de trabajo e ir ascendiendo, conflictos familiares, pérdidas de seres queridos, cuidados de mascotas, juergas, amigos, viajes… TODO!!!
El recuerdo que yo tengo de todos esos años es de compartirlo todo, ya que estábamos en la misma pandilla de amigos, salíamos de marcha… Mis padres tenían un negocio familiar, e incluso él trabajaba allí. Desde que empezamos a “salir” él empezó a formar parte de todo mi entorno. Venía y me recogía en el instituto, a veces venía en los recreos para desayunar conmigo… Luego continuaba haciéndolo en la universidad… Yo siempre he intentado ser muy responsable, y si tenía que estudiar no salía,  tenía que llevar mis estudios más ayudar en el restaurante de mis padres, si le sumamos que mi padre era de una mentalidad muy cerrada… pues mi tiempo libre era muy muy muy limitado, y siempre estaba con mi pareja. Por tanto, mis amistades eran muy escasas, y normalmente eran amigos en común. Yo estaba feliz porque sentía como que él quería aprovechar al máximo el tiempo para estar conmigo, yo pensaba que me valoraba… Sus celos los veía como demostraciones de amor, y sus enfados y quebraderos de cabeza los veía como que era muy temperamental y se preocupaba por mí.
Con el tiempo, vi como tenía cierta tendencia depresiva, muy obsesivo, pero le justificaba porque tenía problemas familiares, había tenido una infancia difícil, su madre es depresiva, su padre muy opresor… y pensaba que él se esforzaba y lo intentaba arreglar, aunque a veces flaqueaba, pero era normal. Lo justificaba e incluso intentaba ayudarle, pensaba que yo le podía ayudar…
Conforme nos vamos haciendo adultos, yo voy esforzándome muchísimo (por mi situación familiar) por tener un buen futuro laboral, iba sacando mis estudios, tenía que conseguir becas porque si no, no podía continuar con la universidad… Cuando me gradué, continué formándome para conseguir trabajo. Conseguí un trabajo en prácticas a media jornada, y a raíz de ahí ya empecé a tener experiencia y tras un tiempo conseguí un trabajo a jornada completa y con un salario “decente”. Seguí cogiendo experiencia, me iban dando mayores responsabilidades, seguía formándome… Y en cuatro años conseguí un puesto de responsable de administración.  Él por su parte, consiguió un trabajo en la misma empresa que trabajaba su padre, una empresa del sector de la construcción. Decidimos comprarnos una casa e irnos a vivir juntos. Ahí ya empecé yo a mostrar mi disconformidad, ya que yo tenía más tiempo libre, y él por su parte, quería seguir manteniendo su parcela de tiempo con los compañeros de trabajo (tomarse algo a la salida, reunirse, ….) y mientras yo, me quedaba en casa preparando la cena, o hacía la compra… aprovechaba el tiempo. Ya empecé a reclamarle el hecho de compartir las tareas de la casa en el tiempo libre, que si disponíamos de tiempo libre entre semana, deberíamos aprovecharlo, para poder disfrutar más el fin de semana y no quedarnos encerrados en casa limpiando, haciendo la compra, la visita familiar…
Yo veía injusto como mi tiempo libre lo compartía con él, la casa, y a todo tipo de responsabilidades… y él seguía manteniendo su parcela de independencia.
En mis diferentes trabajos, el venía me recogía, me visitaba… y siempre estaba presente de alguna manera, incluso si en alguna ocasión íbamos a tomar algo, él venía, se llevaba muy bien incluso con mis jefes.
Llego el momento en el que tuve una buena oportunidad, una gran empresa a nivel nacional me ofrecía un mejor puesto, con mejores condiciones laborales (salario, contrato, horario…). Además me atraía mucho el sector de la empresa, una instalación deportiva.
El día que me comunicaron que me habían seleccionado, inmediatamente le llamé para comunicarle la excelente noticia y mi felicidad, estaba eufórica! Y su respuesta fue… Ains, ahora no puedo hablar, estoy ocupado. Salimos para celebrarlo, y acabamos con una enorme discusión por no sé qué tontería…
Cuando empecé todo fue muy caótico, por diferentes circunstancias, echaba mil horas de trabajo durante varios meses hasta que conseguí organizarlo todo, y se fue normalizando mi situación, mis horarios… Debido a todas esas horas y a mis ganas por hacer bien las cosas, conseguí muy buena relación con mi jefe y con mis compañeros de trabajo, hacíamos un buen equipo de trabajo.
En este caso, decidí mantenerle a él más al margen. El quería continuamente involucrarse, pero yo no me sentía cómoda. Y tuvimos varios conflictos por ese tema…
Yo iba viendo como no podía tener un pequeño espacio sin él, mientras él si mantenía el suyo… Y cuando le reclamaba la conclusión que se sacaba era que yo era muy posesiva, muy celosa y quería controlarlo todo. Así yo me mentalizaba a que debía dejarle más independencia.
En mi esfuerzo de dejarle a él más independencia, empecé a tener yo la mía, y si no había problemas en que él se tomase algo con los compañeros al salir de trabajo, no había problemas en que yo saliese un día de navidad, o un día de feria. Es decir, que yo salí dos días en un año, mientras él lo hacía dos o tres veces por semana.
Y aún así, el me echaba en cara que yo había salido en navidad, o en feria….
Mi jefe se cambió de empresa, y se fue a otra población de Málaga a trabajar, y me ofreció un puesto, con mejores condiciones laborales. Y acepté, siempre también contando con el apoyo de mi pareja. Apoyo que, ahora veo que sólo era de palabra.
Aquí, también hice buenas migas con mis compañeros de trabajo. Era una instalación nueva, y todos hicimos muchos esfuerzos por arrancarla, y había muy buena relación, a pesar de todo el estrés y el trabajo que teníamos. Teníamos ilusión por sacar el proyecto adelante!!!.
Él por su parte, cada vez tenía peor carácter, siempre tenía problemas en el trabajo, con los compañeros, con los jefes, también tenía problemas con las amistades, discutía mucho con su familia… Cambió varias veces de trabajo…
Durante este tiempo, yo decidí pedirle el divorcio en varias ocasiones porque pensaba que su actitud hacia mí era muy egoísta, pero además, no era cariñoso, era muy exigente, conflictivo, no era atento, no tenía detalles ...
Cuando lo hablábamos y discutíamos, su punto de vista era el mismo, que yo era muy posesiva, y que quería dominarlo todo, muy exigente, que él tenía un problemas por su infancia y su entorno familiar, y yo no tenía la paciencia y el tacto suficiente para tratarle. Según su punto de vista, yo lo machacaba.
Y yo… pues pensaba que sí, que era yo la que lo hacía mal, que tenía que tener más paciencia, tener mayor tacto, no hacer que él perdiese lo nervios, ser más flexible… Y aunque él seguía muy involucrado en todos mis ámbitos (amistades, trabajo…) yo pensé que la forma de yo dejarle a él más tranquilo y no ser tan machacona, era ocuparme de mí misma. Fui “pasando” un poco más de todo lo referente a él.
En lugar de mejorar la situación, iba empeorando. Según él era debido a que estaba mostrando su rebeldía. En su momento, yo seguía pensando que yo era la causa de todas las discusiones y de todos los problemas. La realidad que yo veo ahora es que cuánto más independencia iba teniendo yo, y cuanto mayor espacio que él no controlase, él se sentía peor y reaccionaba fatal, y siempre que yo hacía algo que él no participaba, su reacción era impredecible.
Un viernes, que él salió de trabajar y se quedó de tapas con los compañeros en la Feria de los Pueblos, tuvo un accidente. No se sabe realmente que pasó, se lo encontraron desmayado en la zona de los aparcamientos. En el hospital el primer diagnóstico que me dan es un coma etílico. Aviso a su familia. Pero van pasando las horas, no despierta y no reacciona bien al tratamiento. Le hacen más pruebas y descubren que tiene una rotura de cráneo con dos derrames cerebrales. No sabían que ha pasado, que probablemente fuese a causa de la caída…. Pero también podría ser un ataque epiléptico, o incluso una pelea… Me dijeron que en un par de meses estaría recuperado.
Pero la recuperación no fue tan rápida, y se le quedaron secuelas: perdida del olfato, del paladar, problemas cognitivos (comprensión, un poco de tartamudeo…), trastorno de la afectividad… Hizo mucha rehabilitación con logopedas, psicólogo, psiquiatra, neurólogo… pero al final le dieron una minusvalía y la incapacidad absoluta para trabajar.
Durante este tiempo, su carácter era cada vez peor, más exigente, mas antipático,… se encerraba en alguna idea y no salía y le daba vueltas, y vuelta a machacar… Era insoportable la convivencia con él. Tomaba mucha medicación, tenía problemas con el sueño. Empezó a fumar mucha marihuana para tranquilizarse y poder dormir, pero por  la noche no dormía, lo hacía durante el día. No hacía caso de los consejos y los ejercicios que le mandaban los especialistas. El justificaba todo con su depresión, con su estrés postraumático, con su falta de fuerza de voluntad… Y yo no lo hacía bien porque no tenía paciencia, porque le exigía, … Cuando toda mi intención siempre ha sido ayudarle, apoyarle, fomentar que él fuese autosuficiente, y lo que hacía era que poco a poco, y conforme iban pasando los meses, dejarle que él se encargase de sus citas con los médicos, que se encargase de sacar sus medicamentos de la farmacia, que hiciera las tareas de la casa, que sacase los perros a pasear, que fuese al kárate… quería que fuese autónomo, que además le forzaba a trabajar la mente, y que se mantuviese ocupado para ayudar también a su depresión. Compre pizarras y corchos para yo irle organizando los recordatorios: horarios, avisos… Y siempre con la aprobación de los especialistas!!
Su punto de vista … yo era muy exigente, yo escurría el bulto, yo no quería limpiar la casa, me despreocupaba de él….
Conforme fue pasando el tiempo y mejoró mucho su estado físico: prácticamente no se le notaba tartamudear, podía leer y entender lo que leía, aunque con dificultades… Pero su estado mental era peor: no se alegraba por nada, no tenía ilusiones, siempre discutía, no hacía nada de la casa, ni para sí mismo, … sólo dormía, fumaba, comía, se ponía con el ordenador, y peleaba. Esa era su vida.
La convivencia era insoportable, a mí se me hacía un mundo llegar a mi casa. Las peleas eran continúas, y como siempre, la culpable era yo por mi carácter. Yo tenía que cambiar.
Yo decidí hacer un máster en gestión y dirección de empresas. Y él me apoyó. Pero otra vez de palabra. Luego todo eran exigencias y peleas. No admitía que yo debía estudiar, hacer trabajos de grupo, buscar información...
En una pelea, él me pidió el divorcio. A la semana yo pensé que podíamos arreglarlo, igual que habíamos pasado tanta malas rachas. Su interpretación de esto era que yo, al decirle de volverlo a intentar, estaba admitiendo que debía cambiar. Fue lo peor!., En cada discusión me “advertía” que así iba muy mal, que yo tenía que cambiar porque si no lo iba a perder… Y yo me preguntaba… ¿Qué tengo que cambiar? Si mi vida era el trabajo, y él!! Lo que tenía que cambiar era el revelarme ante las injusticias, quería que fuese una sumisa, que trabajase, me ocupase de la casa, cocinara, estuviese pendiente de él, pero además estar siempre guapa y arreglada, dispuesta a salir y con buena cara!.
Yo veía que íbamos a peor, y en otra discusión me volvió a pedir el divorcio.
En esta ocasión decidí seguir para adelante, para mí la situación era insoportable…. Llegamos a un acuerdo con que él se quedaba la casa, y me pagaría mi parte. Y que yo no me marcharía de la casa hasta que no me pagase mi parte, ya que yo sabía que si me iba, él no iba a mover nada. Fueron un total de 4 meses conviviendo en la misma casa
En esos 4 meses, empezamos a intentar llevarlo lo mejor posible. Él intentaba hacer su vida, y yo la mía… pero mientras tanto, seguíamos manteniendo relaciones sexuales. 
Entre tanto, a él le empezó a gustar una chica, y empezaron a “tontear”, pero no llegaban a tener nada.
Varias veces me pidió volverlo a intentar, hubo dos ocasiones en las que llegué a aceptar, pero sin embargo él continuaba con el “tonteo” con la otra chica… Se dejaba el facebook abierto porque sabía que yo leía las conversaciones y sabía que me hacían daño. Y pensaba que con los celos y el daño, yo reaccionaría con sumisión y accediendo a todo lo que a él se le antojase. Yo no entendía nada!! No entendía por qué quería volver conmigo, por qué me demostraba todo el cariño que no me había demostrado en todos estos años, y sin embargo jugaba a ese doble juego. Me sentía fatal conmigo misma. Y el hecho de que fuese capaz de hacerme tanto daño era lo que me impulsaba a coger fuerzas y a continuar.  Pero a la vez no entendía mi vida sin él…  Era una pelea continua conmigo misma. No era capaz de ver mi futuro, pero a la vez mi presente era insoportable!!!
Una persona que me quiere no querría verme sufrir así, y aunque yo tenía la sensación de que mi vida no era nada sin él, prefería estar completamente sola, a tener ese sufrimiento! Yo jamás sería capaz de hacerle tanto daño!! No entendía nada!!! Estaba perdida!! Si me quería, por qué no intentábamos arreglarlo? Por qué me echaba de su lado, buscaba peleas, me provocaba que perdiese los nervios?
A mediados de agosto me fui de casa porque solucionamos todos los papeles. Me marché a un piso de mis padres. Y él empezó su relación con la chica del “tonteo”.
Cada cierto tiempo, ya fuese por un motivo o por otro, se ponía en contacto conmigo, buscaba cualquier excusa… El seguro del coche, los papeles de la moto…
Yo intentaba rehacer mi vida, reconstruirla de nuevo: círculo de amistades, aficiones, mi casa nueva, centrarme en el trabajo, mantener mi mente ocupada,… Se me hacía un mundo!! Salía, y parecía que estaba en otro mundo, leía y no me concentraba, no paraba de llorar, no comía, no dormía, me veía fea, insegura porque mi forma de ser no le iba a gustar nunca a nadie,… Pero aún así, poco a poco, veía que había días que lloraba un poco menos, veía que salía, y ya de vez en cuando me reía… muuuy despacito, pero me estaba encontrando un poco mejor.
Un día, empezó a enviarme mensajes en “plan amigo”, e intentó un acercamiento. Como yo no accedí, empezó a llamarme continuamente,… tenía 44 llamadas perdidas en el móvil. Y como no quise volver con él, se atiborró de pastillas, no sin antes avisarme y despedirse de mí.
Con el pánico, acudí, junto con un amigo en común, a su casa y le llevamos al hospital.
Había tenido problemas con toda su familia, y con sus amigos. Estaba solo así que decidí ayudarle y acudir con él a psicólogo, … y apoyarle para que saliese adelante. Al final, acabamos juntos de nuevo, intentamos hacer borrón y cuenta nueva.
Pero yo no me encontraba a gusto, no era feliz. Me había hecho demasiado daño. Así que volvimos a romper. Parecía que ahora iba a ser todo más razonable porque él también veía que no podía ser…
 Pero al mes, vuelve a enviarme mensajes, y a querer ponerse en contacto conmigo. Yo no quise verle, pero por miedo a su reacción intentaba ser cordial. Como veía que no accedía a sus peticiones, empezó a enviarme correos y mensajes duros, echándome en cara muchas cosas (algunas reales y otras inventadas), al día siguiente me enviaba mensajes como que estaba completamente enamorado de mí, luego me enviaba mensajes deseándome enfermedades, luego me enviaba canciones de amor. Yo intentaba no entrar al trapo, y cuando lo veía que ya estaba demasiado nervioso, por miedo a que volviese a hacer algún disparate, le contestaba en tono tranquilizador de que no había rencor por mi parte, que todo estaba bien, pero que no nos veríamos.
Cuando llegó el que sería nuestro 8º aniversario de bodas, intentó que nos viésemos, pero me negué, empezó a enviarme mensajes por wassap, no paraba, y ya empecé a ponerme nerviosa y temiendo que se hiciera daño. Pero luchando conmigo misma, salí a cenar con mi amiga y dejé el móvil en casa. Llegué muy tarde… y tenía 101 mensajes!!!! Cuando empecé a leerlos me llamó por teléfono, y empezó a amenazarme, a pedirme volver, a despedirse porque se iba a suicidar por mí, me gritaba… estaba desquiciado!!.
Yo me sentía fatal, pero no estaba dispuesta a acceder a sus chantajes!! Intentaba mantener mi mente fría, razonar, sacar conclusiones… Si volvía con él, yo no era feliz, él me hacía mucho daño!! Y no quería eso en mi vida!! Prefería estar sola, con mis miedos y mis desafíos!!!  Avisé a su familia de su estado y cómo estaba reaccionando, yo no podía hacer nada porque estaba fuera de la ciudad!!!
Volvió a autolesionarse, se encerró en el baño y se cortó las venas. Cuando yo me enteré se me vino el mundo encima, no sabía cómo había sido capaz de eso!!! Me puse en contacto con amigos en común que estaban con él, y estuve informada en todo momento de que estaba fuera de peligro, y de que lo había hecho simplemente para llamar la atención.
Me mantuve firme en mis convicciones, y avisé a su familia que estuviesen con él porque yo no iba a acudir para ayudarle, lo sentía con todo mi corazón pero no estaba dispuesta a acceder a sus chantajes, y estar con una persona por pena, por miedo… Sentía que eso sería también un suicidio para mí!!!!
Pocos días después, al ver que yo no me ponía en contacto con él, me empezó a enviar mensajes de texto, con fotos de sus muñecas vendadas, y con amenazas… “Disfruta mientras puedas que la vida te puede dar un vuelco”.
Mi familia no sabía nada, no quise asustarles, no sabía cómo podrían reaccionar y afectarles todo esto. Pero gracias al apoyo de mis amigas, me asesoré y pedí ayuda al Centro Municipal de Información a la Mujer de Alhaurín de la Torre.
Yo era muy reacia a pedir ayuda porque pensaba que sería todo muy frio, que quizás mi caso no era lo suficientemente importante porque no había unos malos tratos físicos, ni había un riesgo muy claro y evidente… Pensaba que aquí solo se acudía en casos muchos más graves que el mío, cuando hay palizas, hijos, …
Yo me sentía destrozada, no paraba de llorar, tenía pánico, quería continuar mi vida y sentía que no podía, me sentía culpable de la situación por no poder o no saber ayudarle, sentía como si yo hubiese provocado todo esto. Sentía odio, y a la vez me sentía culpable por ese odio, … Pero dentro de todo eso, yo veía que tenía mi casa, mi trabajo, mi familia, mis amigos… Y pensaba que no cumplía el “perfil” para acudir a este organismo…
A día de hoy sé que es una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida!!! Me asesoraron jurídicamente, me han apoyado psicológicamente, tanto para salir de la crisis de ansiedad y depresión en la que estaba metida,  como para afrontar momentos muy muy duros como la denuncia o el juicio, como reaccionar ante determinadas situaciones que me podía encontrar… Hay muy buena coordinación entre las diversas áreas… No tienes que estar exponiendo y contando tu situación una y otra vez (que era otro de mis temores, el estar continuamente reviviendo todo lo ocurrido).
No tengo palabras para describir el buen trabajo realizado…
No todo es un camino de rosas, me he tenido que esforzar muchísimo, he tenido momentos de flaqueza y bajón: insomnio, trastornos alimentarios, miedo,  ansiedad, depresión, ganas de huir, ganas de encerrarme y no relacionarme con nadie, momentos en los que me sentía perdida… Pero ahí estaban para ir guiándome y animándome para continuar.
Hoy, casi un año después, no puedo decir que sea completamente feliz, porque la felicidad no es un estado, son momentos… pero estoy tranquila, segura y contenta de haber tomado las decisiones que tomé. Me encuentro fuerte, disfruto de las cosas sencillas de la vida, de mi familia, de mis amigos… Duermo sin pesadillas, como disfrutando de la comida, hago deporte divirtiéndome, río, lloro, estoy triste o cabreada…. Pero como una persona normal y corriente! Con mis virtudes y defectos.
No sé que me deparará el futuro, a fecha de hoy aún no he tenido pareja, y a veces me preocupa, pero no me obsesiona. Ya encontraré esa persona que me quiera tal y como soy, y que sea un apoyo y un complemento, con quien tenga una complicidad, una ilusión… Ahora en mi vida tengo todo eso, aunque no tenga pareja.
Próximo capítulo: La vida sin miedo.

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