El objetivo de relatar mi experiencia es intentar animar a todas
aquellas personas que no se atreven a dar el difícil salto hacia la libertad,
por miedos, inseguridades, lazos que pensamos que no se pueden romper… Decir
que tras echarle valor y un gran esfuerzo, la recompensa supera con creces todo
el sufrimiento.
Actualmente tengo 37 años. Me casé con 27 con el chico que era mi
novio desde los 14. Mi primer novio, con el que he crecido y he pasado mil
etapas: instituto, universidad, primer empleo muy precario, ir cambiando de
trabajo e ir ascendiendo, conflictos familiares, pérdidas de seres queridos,
cuidados de mascotas, juergas, amigos, viajes… TODO!!!
El recuerdo que yo tengo de todos esos años es de compartirlo todo, ya
que estábamos en la misma pandilla de amigos, salíamos de marcha… Mis padres
tenían un negocio familiar, e incluso él trabajaba allí. Desde que empezamos a
“salir” él empezó a formar parte de todo mi entorno. Venía y me recogía en el
instituto, a veces venía en los recreos para desayunar conmigo… Luego
continuaba haciéndolo en la universidad… Yo siempre he intentado ser muy
responsable, y si tenía que estudiar no salía,
tenía que llevar mis estudios más ayudar en el restaurante de mis padres,
si le sumamos que mi padre era de una mentalidad muy cerrada… pues mi tiempo
libre era muy muy muy limitado, y siempre estaba con mi pareja. Por tanto, mis
amistades eran muy escasas, y normalmente eran amigos en común. Yo estaba feliz
porque sentía como que él quería aprovechar al máximo el tiempo para estar
conmigo, yo pensaba que me valoraba… Sus celos los veía como demostraciones de
amor, y sus enfados y quebraderos de cabeza los veía como que era muy
temperamental y se preocupaba por mí.
Con el tiempo, vi como tenía cierta tendencia depresiva, muy obsesivo,
pero le justificaba porque tenía problemas familiares, había tenido una
infancia difícil, su madre es depresiva, su padre muy opresor… y pensaba que él
se esforzaba y lo intentaba arreglar, aunque a veces flaqueaba, pero era
normal. Lo justificaba e incluso intentaba ayudarle, pensaba que yo le podía
ayudar…
Conforme nos vamos haciendo adultos, yo voy esforzándome muchísimo
(por mi situación familiar) por tener un buen futuro laboral, iba sacando mis
estudios, tenía que conseguir becas porque si no, no podía continuar con la
universidad… Cuando me gradué, continué formándome para conseguir trabajo.
Conseguí un trabajo en prácticas a media jornada, y a raíz de ahí ya empecé a
tener experiencia y tras un tiempo conseguí un trabajo a jornada completa y con
un salario “decente”. Seguí cogiendo experiencia, me iban dando mayores
responsabilidades, seguía formándome… Y en cuatro años conseguí un puesto de
responsable de administración. Él por su
parte, consiguió un trabajo en la misma empresa que trabajaba su padre, una
empresa del sector de la construcción. Decidimos comprarnos una casa e irnos a
vivir juntos. Ahí ya empecé yo a mostrar mi disconformidad, ya que yo tenía más
tiempo libre, y él por su parte, quería seguir manteniendo su parcela de tiempo
con los compañeros de trabajo (tomarse algo a la salida, reunirse, ….) y
mientras yo, me quedaba en casa preparando la cena, o hacía la compra…
aprovechaba el tiempo. Ya empecé a reclamarle el hecho de compartir las tareas
de la casa en el tiempo libre, que si disponíamos de tiempo libre entre semana,
deberíamos aprovecharlo, para poder disfrutar más el fin de semana y no
quedarnos encerrados en casa limpiando, haciendo la compra, la visita familiar…
Yo veía injusto como mi tiempo libre lo compartía con él, la casa, y a
todo tipo de responsabilidades… y él seguía manteniendo su parcela de
independencia.
En mis diferentes trabajos, el venía me recogía, me visitaba… y
siempre estaba presente de alguna manera, incluso si en alguna ocasión íbamos a
tomar algo, él venía, se llevaba muy bien incluso con mis jefes.
Llego el momento en el que tuve una buena oportunidad, una gran
empresa a nivel nacional me ofrecía un mejor puesto, con mejores condiciones
laborales (salario, contrato, horario…). Además me atraía mucho el sector de la
empresa, una instalación deportiva.
El día que me comunicaron que me habían seleccionado, inmediatamente
le llamé para comunicarle la excelente noticia y mi felicidad, estaba eufórica!
Y su respuesta fue… Ains, ahora no puedo hablar, estoy ocupado. Salimos para
celebrarlo, y acabamos con una enorme discusión por no sé qué tontería…
Cuando empecé todo fue muy caótico, por diferentes circunstancias,
echaba mil horas de trabajo durante varios meses hasta que conseguí organizarlo
todo, y se fue normalizando mi situación, mis horarios… Debido a todas esas
horas y a mis ganas por hacer bien las cosas, conseguí muy buena relación con
mi jefe y con mis compañeros de trabajo, hacíamos un buen equipo de trabajo.
En este caso, decidí mantenerle a él más al margen. El quería
continuamente involucrarse, pero yo no me sentía cómoda. Y tuvimos varios
conflictos por ese tema…
Yo iba viendo como no podía tener un pequeño espacio sin él, mientras
él si mantenía el suyo… Y cuando le reclamaba la conclusión que se sacaba era
que yo era muy posesiva, muy celosa y quería controlarlo todo. Así yo me
mentalizaba a que debía dejarle más independencia.
En mi esfuerzo de dejarle a él más independencia, empecé a tener yo la
mía, y si no había problemas en que él se tomase algo con los compañeros al
salir de trabajo, no había problemas en que yo saliese un día de navidad, o un
día de feria. Es decir, que yo salí dos días en un año, mientras él lo hacía
dos o tres veces por semana.
Y aún así, el me echaba en cara que yo había salido en navidad, o en
feria….
Mi jefe se cambió de empresa, y se fue a otra población de Málaga a
trabajar, y me ofreció un puesto, con mejores condiciones laborales. Y acepté,
siempre también contando con el apoyo de mi pareja. Apoyo que, ahora veo que
sólo era de palabra.
Aquí, también hice buenas migas con mis compañeros de trabajo. Era una
instalación nueva, y todos hicimos muchos esfuerzos por arrancarla, y había muy
buena relación, a pesar de todo el estrés y el trabajo que teníamos. Teníamos
ilusión por sacar el proyecto adelante!!!.
Él por su parte, cada vez tenía peor carácter, siempre tenía problemas
en el trabajo, con los compañeros, con los jefes, también tenía problemas con
las amistades, discutía mucho con su familia… Cambió varias veces de trabajo…
Durante este tiempo, yo decidí pedirle el divorcio en varias ocasiones
porque pensaba que su actitud hacia mí era muy egoísta, pero además, no era
cariñoso, era muy exigente, conflictivo, no era atento, no tenía detalles ...
Cuando lo hablábamos y discutíamos, su punto de vista era el mismo,
que yo era muy posesiva, y que quería dominarlo todo, muy exigente, que él
tenía un problemas por su infancia y su entorno familiar, y yo no tenía la paciencia
y el tacto suficiente para tratarle. Según su punto de vista, yo lo machacaba.
Y yo… pues pensaba que sí, que era yo la que lo hacía mal, que tenía
que tener más paciencia, tener mayor tacto, no hacer que él perdiese lo
nervios, ser más flexible… Y aunque él seguía muy involucrado en todos mis
ámbitos (amistades, trabajo…) yo pensé que la forma de yo dejarle a él más
tranquilo y no ser tan machacona, era ocuparme de mí misma. Fui “pasando” un
poco más de todo lo referente a él.
En lugar de mejorar la situación, iba empeorando. Según él era debido
a que estaba mostrando su rebeldía. En su momento, yo seguía pensando que yo
era la causa de todas las discusiones y de todos los problemas. La realidad que
yo veo ahora es que cuánto más independencia iba teniendo yo, y cuanto mayor
espacio que él no controlase, él se sentía peor y reaccionaba fatal, y siempre
que yo hacía algo que él no participaba, su reacción era impredecible.
Un viernes, que él salió de trabajar y se quedó de tapas con los
compañeros en la Feria de los Pueblos, tuvo un accidente. No se sabe realmente
que pasó, se lo encontraron desmayado en la zona de los aparcamientos. En el
hospital el primer diagnóstico que me dan es un coma etílico. Aviso a su
familia. Pero van pasando las horas, no despierta y no reacciona bien al
tratamiento. Le hacen más pruebas y descubren que tiene una rotura de cráneo
con dos derrames cerebrales. No sabían que ha pasado, que probablemente fuese a
causa de la caída…. Pero también podría ser un ataque epiléptico, o incluso una
pelea… Me dijeron que en un par de meses estaría recuperado.
Pero la recuperación no fue tan rápida, y se le quedaron secuelas: perdida
del olfato, del paladar, problemas cognitivos (comprensión, un poco de
tartamudeo…), trastorno de la afectividad… Hizo mucha rehabilitación con
logopedas, psicólogo, psiquiatra, neurólogo… pero al final le dieron una
minusvalía y la incapacidad absoluta para trabajar.
Durante este tiempo, su carácter era cada vez peor, más exigente, mas
antipático,… se encerraba en alguna idea y no salía y le daba vueltas, y vuelta
a machacar… Era insoportable la convivencia con él. Tomaba mucha medicación,
tenía problemas con el sueño. Empezó a fumar mucha marihuana para
tranquilizarse y poder dormir, pero por
la noche no dormía, lo hacía durante el día. No hacía caso de los
consejos y los ejercicios que le mandaban los especialistas. El justificaba
todo con su depresión, con su estrés postraumático, con su falta de fuerza de
voluntad… Y yo no lo hacía bien porque no tenía paciencia, porque le exigía, …
Cuando toda mi intención siempre ha sido ayudarle, apoyarle, fomentar que él fuese
autosuficiente, y lo que hacía era que poco a poco, y conforme iban pasando los
meses, dejarle que él se encargase de sus citas con los médicos, que se
encargase de sacar sus medicamentos de la farmacia, que hiciera las tareas de
la casa, que sacase los perros a pasear, que fuese al kárate… quería que fuese
autónomo, que además le forzaba a trabajar la mente, y que se mantuviese
ocupado para ayudar también a su depresión. Compre pizarras y corchos para yo
irle organizando los recordatorios: horarios, avisos… Y siempre con la
aprobación de los especialistas!!
Su punto de vista … yo era muy exigente, yo escurría el bulto, yo no
quería limpiar la casa, me despreocupaba de él….
Conforme fue pasando el tiempo y mejoró mucho su estado físico:
prácticamente no se le notaba tartamudear, podía leer y entender lo que leía,
aunque con dificultades… Pero su estado mental era peor: no se alegraba por
nada, no tenía ilusiones, siempre discutía, no hacía nada de la casa, ni para
sí mismo, … sólo dormía, fumaba, comía, se ponía con el ordenador, y peleaba.
Esa era su vida.
La convivencia era insoportable, a mí se me hacía un mundo llegar a mi
casa. Las peleas eran continúas, y como siempre, la culpable era yo por mi
carácter. Yo tenía que cambiar.
Yo decidí hacer un máster en gestión y dirección de empresas. Y él me
apoyó. Pero otra vez de palabra. Luego todo eran exigencias y peleas. No
admitía que yo debía estudiar, hacer trabajos de grupo, buscar información...
En una pelea, él me pidió el divorcio. A la semana yo pensé que
podíamos arreglarlo, igual que habíamos pasado tanta malas rachas. Su
interpretación de esto era que yo, al decirle de volverlo a intentar, estaba
admitiendo que debía cambiar. Fue lo peor!., En cada discusión me “advertía”
que así iba muy mal, que yo tenía que cambiar porque si no lo iba a perder… Y
yo me preguntaba… ¿Qué tengo que cambiar? Si mi vida era el trabajo, y él!! Lo
que tenía que cambiar era el revelarme ante las injusticias, quería que fuese
una sumisa, que trabajase, me ocupase de la casa, cocinara, estuviese pendiente
de él, pero además estar siempre guapa y arreglada, dispuesta a salir y con
buena cara!.
Yo veía que íbamos a peor, y en otra discusión me volvió a pedir el
divorcio.
En esta ocasión decidí seguir para adelante, para mí la situación era
insoportable…. Llegamos a un acuerdo con que él se quedaba la casa, y me
pagaría mi parte. Y que yo no me marcharía de la casa hasta que no me pagase mi
parte, ya que yo sabía que si me iba, él no iba a mover nada. Fueron un total
de 4 meses conviviendo en la misma casa
En esos 4 meses, empezamos a intentar llevarlo lo mejor posible. Él
intentaba hacer su vida, y yo la mía… pero mientras tanto, seguíamos
manteniendo relaciones sexuales.
Entre tanto, a él le empezó a gustar una chica, y empezaron a
“tontear”, pero no llegaban a tener nada.
Varias veces me pidió volverlo a intentar, hubo dos ocasiones en las
que llegué a aceptar, pero sin embargo él continuaba con el “tonteo” con la
otra chica… Se dejaba el facebook abierto porque sabía que yo leía las
conversaciones y sabía que me hacían daño. Y pensaba que con los celos y el
daño, yo reaccionaría con sumisión y accediendo a todo lo que a él se le
antojase. Yo no entendía nada!! No entendía por qué quería volver conmigo, por
qué me demostraba todo el cariño que no me había demostrado en todos estos
años, y sin embargo jugaba a ese doble juego. Me sentía fatal conmigo misma. Y
el hecho de que fuese capaz de hacerme tanto daño era lo que me impulsaba a
coger fuerzas y a continuar. Pero a la
vez no entendía mi vida sin él… Era una
pelea continua conmigo misma. No era capaz de ver mi futuro, pero a la vez mi
presente era insoportable!!!
Una persona que me quiere no querría verme sufrir así, y aunque yo
tenía la sensación de que mi vida no era nada sin él, prefería estar
completamente sola, a tener ese sufrimiento! Yo jamás sería capaz de hacerle
tanto daño!! No entendía nada!!! Estaba perdida!! Si me quería, por qué no
intentábamos arreglarlo? Por qué me echaba de su lado, buscaba peleas, me
provocaba que perdiese los nervios?
A mediados de agosto me fui de casa porque solucionamos todos los
papeles. Me marché a un piso de mis padres. Y él empezó su relación con la
chica del “tonteo”.
Cada cierto tiempo, ya fuese por un motivo o por otro, se ponía en
contacto conmigo, buscaba cualquier excusa… El seguro del coche, los papeles de
la moto…
Yo intentaba rehacer mi vida, reconstruirla de nuevo: círculo de
amistades, aficiones, mi casa nueva, centrarme en el trabajo, mantener mi mente
ocupada,… Se me hacía un mundo!! Salía, y parecía que estaba en otro mundo,
leía y no me concentraba, no paraba de llorar, no comía, no dormía, me veía
fea, insegura porque mi forma de ser no le iba a gustar nunca a nadie,… Pero
aún así, poco a poco, veía que había días que lloraba un poco menos, veía que
salía, y ya de vez en cuando me reía… muuuy despacito, pero me estaba
encontrando un poco mejor.
Un día, empezó a enviarme mensajes en “plan amigo”, e intentó un
acercamiento. Como yo no accedí, empezó a llamarme continuamente,… tenía 44
llamadas perdidas en el móvil. Y como no quise volver con él, se atiborró de
pastillas, no sin antes avisarme y despedirse de mí.
Con el pánico, acudí, junto con un amigo en común, a su casa y le
llevamos al hospital.
Había tenido problemas con toda su familia, y con sus amigos. Estaba
solo así que decidí ayudarle y acudir con él a psicólogo, … y apoyarle para que
saliese adelante. Al final, acabamos juntos de nuevo, intentamos hacer borrón y
cuenta nueva.
Pero yo no me encontraba a gusto, no era feliz. Me había hecho
demasiado daño. Así que volvimos a romper. Parecía que ahora iba a ser todo más
razonable porque él también veía que no podía ser…
Pero al mes, vuelve a enviarme
mensajes, y a querer ponerse en contacto conmigo. Yo no quise verle, pero por
miedo a su reacción intentaba ser cordial. Como veía que no accedía a sus
peticiones, empezó a enviarme correos y mensajes duros, echándome en cara
muchas cosas (algunas reales y otras inventadas), al día siguiente me enviaba
mensajes como que estaba completamente enamorado de mí, luego me enviaba
mensajes deseándome enfermedades, luego me enviaba canciones de amor. Yo
intentaba no entrar al trapo, y cuando lo veía que ya estaba demasiado
nervioso, por miedo a que volviese a hacer algún disparate, le contestaba en
tono tranquilizador de que no había rencor por mi parte, que todo estaba bien,
pero que no nos veríamos.
Cuando llegó el que sería nuestro 8º aniversario de bodas, intentó que
nos viésemos, pero me negué, empezó a enviarme mensajes por wassap, no paraba,
y ya empecé a ponerme nerviosa y temiendo que se hiciera daño. Pero luchando
conmigo misma, salí a cenar con mi amiga y dejé el móvil en casa. Llegué muy
tarde… y tenía 101 mensajes!!!! Cuando empecé a leerlos me llamó por teléfono,
y empezó a amenazarme, a pedirme volver, a despedirse porque se iba a suicidar
por mí, me gritaba… estaba desquiciado!!.
Yo me sentía fatal, pero no estaba dispuesta a acceder a sus
chantajes!! Intentaba mantener mi mente fría, razonar, sacar conclusiones… Si
volvía con él, yo no era feliz, él me hacía mucho daño!! Y no quería eso en mi
vida!! Prefería estar sola, con mis miedos y mis desafíos!!! Avisé a su familia de su estado y cómo estaba
reaccionando, yo no podía hacer nada porque estaba fuera de la ciudad!!!
Volvió a autolesionarse, se encerró en el baño y se cortó las venas.
Cuando yo me enteré se me vino el mundo encima, no sabía cómo había sido capaz
de eso!!! Me puse en contacto con amigos en común que estaban con él, y estuve
informada en todo momento de que estaba fuera de peligro, y de que lo había
hecho simplemente para llamar la atención.
Me mantuve firme en mis convicciones, y avisé a su familia que
estuviesen con él porque yo no iba a acudir para ayudarle, lo sentía con todo
mi corazón pero no estaba dispuesta a acceder a sus chantajes, y estar con una
persona por pena, por miedo… Sentía que eso sería también un suicidio para
mí!!!!
Pocos días después, al ver que yo no me ponía en contacto con él, me
empezó a enviar mensajes de texto, con fotos de sus muñecas vendadas, y con
amenazas… “Disfruta mientras puedas que la vida te puede dar un vuelco”.
Mi familia no sabía nada, no quise asustarles, no sabía cómo podrían
reaccionar y afectarles todo esto. Pero gracias al apoyo de mis amigas, me
asesoré y pedí ayuda al Centro Municipal de Información a la Mujer de Alhaurín
de la Torre.
Yo era muy reacia a pedir ayuda porque pensaba que sería todo muy
frio, que quizás mi caso no era lo suficientemente importante porque no había
unos malos tratos físicos, ni había un riesgo muy claro y evidente… Pensaba que
aquí solo se acudía en casos muchos más graves que el mío, cuando hay palizas,
hijos, …
Yo me sentía destrozada, no paraba de llorar, tenía pánico, quería
continuar mi vida y sentía que no podía, me sentía culpable de la situación por
no poder o no saber ayudarle, sentía como si yo hubiese provocado todo esto.
Sentía odio, y a la vez me sentía culpable por ese odio, … Pero dentro de todo
eso, yo veía que tenía mi casa, mi trabajo, mi familia, mis amigos… Y pensaba
que no cumplía el “perfil” para acudir a este organismo…
A día de hoy sé que es una de las mejores decisiones que he tomado en
mi vida!!! Me asesoraron jurídicamente, me han apoyado psicológicamente, tanto
para salir de la crisis de ansiedad y depresión en la que estaba metida, como para afrontar momentos muy muy duros como
la denuncia o el juicio, como reaccionar ante determinadas situaciones que me
podía encontrar… Hay muy buena coordinación entre las diversas áreas… No tienes
que estar exponiendo y contando tu situación una y otra vez (que era otro de
mis temores, el estar continuamente reviviendo todo lo ocurrido).
No tengo palabras para describir el buen trabajo realizado…
No todo es un camino de rosas, me he tenido que esforzar muchísimo, he
tenido momentos de flaqueza y bajón: insomnio, trastornos alimentarios,
miedo, ansiedad, depresión, ganas de
huir, ganas de encerrarme y no relacionarme con nadie, momentos en los que me
sentía perdida… Pero ahí estaban para ir guiándome y animándome para continuar.
Hoy, casi un año después, no puedo decir que sea completamente feliz,
porque la felicidad no es un estado, son momentos… pero estoy tranquila, segura
y contenta de haber tomado las decisiones que tomé. Me encuentro fuerte,
disfruto de las cosas sencillas de la vida, de mi familia, de mis amigos…
Duermo sin pesadillas, como disfrutando de la comida, hago deporte
divirtiéndome, río, lloro, estoy triste o cabreada…. Pero como una persona
normal y corriente! Con mis virtudes y defectos.
No sé que me deparará el futuro, a fecha de hoy aún no he tenido
pareja, y a veces me preocupa, pero no me obsesiona. Ya encontraré esa persona
que me quiera tal y como soy, y que sea un apoyo y un complemento, con quien
tenga una complicidad, una ilusión… Ahora en mi vida tengo todo eso, aunque no
tenga pareja.
Próximo capítulo: La vida sin miedo.
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